Ayer fue un gran día, sí señores. Los tres chavales que se acartelaron ayer merecen el respeto por ponerse delante de lo que el G-10 y otros que aspiran a ese grupo salvador de no sé que Fiesta no quieren ni en pintura. Los utreros pusieron las dificultades propias del encaste, y de la casta, y los novilleros las ganas, esfuerzo y buenas maneras en algunos casos. De los novillos me quedo con el que salió en sexto lugar que debió ser quinto si no es por la desgraciada cogida de Jiménez Fortes. Fue más noble que sus compañeros, virtud para nada reñida con la bravura. Y me gustó más que sus hermanos -el quinto también me encantó- por varios detalles: porque en la primera vara cabezeó algo pero en la segundo empujo con el rabo arriba y con gran fijeza; porque después de dos feas volteretas el novillo no se apagó; porque humillaba mucho; porque tenía entrega; porque parecía fácil y no lo era; pero sobre todo, porque cuando ya estaba muerto en pie pego una arrancada de bravo hacia los medios al ver que podía echar mano al novillero.
Ayer fue día de VERDAD, pero amigos llegan de nuevo las figuras y ya hay bailes de corrales, otra vez. De momento hay cuatro toros aprobados para el miércoles y el señor Alvaro Núñez se cubre las espaldas. Se responsabiliza del petardo del pasado domingo. Estos señores a mí no me quitan el buen sabor de boca que me dejo la novillada, ahí si que hay esperanza con los brotes de la flor de casta.
1 comentario:
me gustó mas el quinto.
un abrazo
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