lunes, 12 de noviembre de 2007

EL CAMPO NO SÓLO ENSEÑA DE TOROS

Ahora que las tardes son tan cortas porque enseguida anochece, en estos meses en los que la temporada se traslada al otro del Atlántico, surgen las tertulias de aficionados, esas que transcurren al calor de la lumbre o en el palco de una placita después de un tentadero. Esas conversaciones que tanto me gustan y en las que tanto se aprende. En una de ellas, en el invierno de hace siete años, aprendí que el campo es la verdadera escuela de toros, mucho más que cualquier tratado de tauromaquia. Comencé a conocer al toro en su espacio natural, en el lugar donde nace y crece: en la dehesa. Y comprendí que muchas de las cosas que después pasan en la plaza tienen una explicación si has visto al toro en el campo. Aprendí a fijarme en como toman los toros las porteras o las puertas de los corrales, como si el jefe de la camada no venía al pienso significaba que ya lo habían matado o le habían dado una buena paliza sus hermanos, como una vaca vieja que casi siempre pare en el mismo sitio te trata de engañar yendo en la dirección contraria en la que esta la cría, empecé a distinguir el lamento de manso del berreito de bravo en los herraderos.
Me di cuenta que lidiar una corrida de toros significa muchos años de trabajo, muchos sinsabores y, también, grandes alegrías. Las tardes de saneamiento, los días fríos del invierno, las bajas a última hora de algún toro en el que tenías puestas muchas esperanzas, e incontables días en los que mandarías todo al garete se olvidan con la imagen de los becerritos respingando en primavera, la hija de la Genovesa que sale superior en el tentadero, la felicitación de un aficionado y numerosas satisfacciones que te puede dar el campo bravo. Y esa alegría no te lo quita ni los antitaurinos ni nadie.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ásí es amigo Vicente, son sensaciones únicas que quedan almacenadas en ese lugar especial.
Pgmacias

Anónimo dijo...

El post del amigo Vicente me ha recordado un escrito que publicó el llorado Navalón en "La Cabaña Brava" de Zaragoza y que se puede leer aquí:
http://toroszgz.org/tauromaquia/toro/toro16.htm
Allí transmite su gran pasión por el campo, lejos de las corrupciones y trampas del mundo de los taurinos. Esa pasión es la que compartimos muchos de nosotros aunque algunos tenemos el problema de vivir demasiado lejos de las dehesas. Saludos desde Tarragona.

Anónimo dijo...

Tengo que reconocer que siento una inmensa envidia sana de aquellos que podeis disfrutar del campo bravo a lo largo de todo el año. Los que acudimos al pueblo en verano y no contamos con ese privilegio del que disfrutais, tenemos que apurar nuestras visitas al máximo. El campo bravo es un lujo inmenso. Y, he de reconocer que estoy absolutamente de acuerdo contigo Vicente, ¡cuanto enseña el campo!.
Un fuerte abrazo para todos. Eneko.

V. Sánchez López dijo...

Esa pasión por el campo es uno de mis mayores tesoros, mucho buenos y grandes recuerdos están cerca de los toros, las encinas, las charcas...