He descubierto que no hay nada mejor para desconectar de todo, para relajarte y para disfrutar del campo que un paseo a caballo. Si además tienes a Juanjo de “amparador” y a Manuel de “maestro”, miel sobre hojuelas.
La buenísima tarde del sábado nos brindó la oportunidad de subir a las monturas, hacer unos cuantos kilómetros y respirar aire puro. Hoy, aunque la espalda esté un poco resentida ya estoy deseando que llegue el fin de semana para volver a montar en Brillante, porque hay que disfrutar de las cosas buenas e ir a caballo por el campo es, sin ninguna duda, una de ellas.
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