martes, 18 de noviembre de 2008

SIN TORO...


“El temple, la bravura templada, puede degenerar en embestidas sosas, sin emoción. Esa alta toreabilidad, ese recorrido, ese repetir, se pueden tornar en poca acometividad, en tontarroneria, en tardanza para acudir a los cites, en fin, en tan poca trascendencia que lo convierta en un animal insulso y descastado y todo ello redunde negativamente en la actuación del diestro, a quién se le tendrá en muy poca cosa lo que pueda realizar.”



Otro párrafo citado en el libro “Genética elemental y la crianza del toro bravo” de Ernesto González Caicedo.

En muchas de las cosas que escribe coincido plenamente con él, y en otras no. En este caso sí, ¿vosotros?

1 comentario:

BETIALAI dijo...

Yo también lo suscribo de pé a pá. En el fondo, utilizando otras palabras, es lo mismo que venimos repitiendo algunos aficionados desde hace mucho tiempo: NADA TIENE IMPORTANCIA SI NO HAY TORO. Y para que un toro pueda ser calificado como tal suele ser conveniente que tenga acometividad, presteza al acudir a los engaños y, por supuesto, estar exento de nada que recuerde a la tontorronería.