La Fiesta está cada vez más tocada, y no es culpa de los ministros, ni de los antitaurinos, ni del 7. Los males están dentro.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Ni que decir tiene que Alfonso se acababa de levantar, probablemente de la siesta. Aunque reparando en la luz de la foto se adivina que es invierno, el maestro no perdonaba el camazo después de comer aunque cayeran boquerones en vinagre.
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Ni que decir tiene que Alfonso se acababa de levantar, probablemente de la siesta. Aunque reparando en la luz de la foto se adivina que es invierno, el maestro no perdonaba el camazo después de comer aunque cayeran boquerones en vinagre.
Manoleta
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