Lo de ayer fue muy serio, y ya no por saltar un par de victorinos de una nota alta, sino porque la plaza vibró por la casta de los toros y de los toreros.¡Bendita palabra! CASTA, cinco letras que significan todo en la Fiesta de los Toros. Cierto es que la corrida no fue excesivamente brava en varas, más bien muy justa, y en eso estoy de acuerdo con dos amigos que me enviaron varios mensajes al móvil y que no puede contestar porque estaba muy pendiente de lo que ocurría en el albero maestrante. Revisando de nuevo mis notas y volviendo a hacer memoria porque aún no he visto la grabación de la corrida, os aseguro que yo le doy al conjunto de la corrida un aprobado sin más. Pero ojo es la media de los seis toros. Y al último le tengo un cero como la Torre del Oro y la culpa no era suya, porque no podía con su alma... La falta de fuerzas de alguno de los astados, y esto me preocupa bastante, también pudo influir en que su pelea en varas no
fuese más espectacular. Pero hubo detalles de bravura que no se deben escapar así como así. Ninguno busco los terrenos de chiqueros, menos el segundo que vio salir al picador y se fue a el encuentro. Curiosamente ese toro es el otro de menos nota por su sosería y flojedad. Para mí, el de peor condición del encierro, porque el último sí que la tenía pero no podía demostrarla. Todos, excepto el cuarto y por lo que todos sabemos, remataron en tablas, y casi siempre abajo. Los tres primeros sí que dejaron bastante que desear en el caballo, pero hay que ver lo mal que se pica y con esto no estoy tratando de justificar los toros. El cuarto y el quinto metieron los riñones, levantaron el rabo y si no le hubiesen dado los tremendos primeros puyazos que recibieron ambos, hubiésemos visto una suerte de varas hermosa. La señora presidenta sacó el pañuelo azul en el quinto. Vuelta al ruedo muy discutida a un toro que cuando se arrancaba se comía el mundo, pero al que le faltó algo que si tuvo el cuarto: Acometividad, más transmisión si
cabe. Pero si por algo Gallareto mereció más la vuelta al anillo que Melonito fue por su muerte. Así sólo mueren los toros verdaderamente bravos, y ese es el mejor detalle de mi análisis ganadero. Hay que ser muy bravo para salir a morir a los medios teniendo en frente a ese pedazo de gladiador que al final te ha ganado la pelea y no dejar de amenazar con arrancarse de nuevo, de hecho lo hizo, aún estando herido de muerte. No sé si llegó al minuto, pero fue muy emocionante ver como no quería doblar, aguantó hasta que sus patas no pudieron más. Aplaudí a rabiar la bella muerte del hermano de Borgoñés de la misma forma que lo hice con Liria. Porque ya dije antes que si hubo casta en el ruedo, los toreros de ayer también la pusieron. Buen inicio de los albaserradas del 2008 en las plazas de importancia - los de Castellón eran cinqueños- y lo único que deseo ahora mismo es ver en Madrid algo parecido a lo que vi en Sevilla ayer, entonces si que reventamos esto.
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