Si a la corrida de ayer en Sevilla se le puede llamar corrida de toros apaga y vámonos. Tremendamente cuidados con los capotes y mucho más en los caballos, donde a alguno de los animales no se le sacó sangre ni para un análisis, en la muleta no podían ser más sosos y parados. Ya en cuanto a presentación dejaban mucho que desear, he leído que era una corrida grandona, y la verdad yo creo que algo más chicos si que eran. Alguno tremendamente anovillado, y que de tener otro hierro seguro que no pisa el albero. Ver hasta que punto puede llegar al descaste en una ganadería me asusta. Hay cruzados de morucho que embisten mucho más, y mejor.
Pero como después del uno viene el dos, esta tarde más de lo mismo, aunque lo llamen de otra forma.¡Vaya presentación! Algunos cantaran los dos últimos toros como paradigma de la bravura, y es cierto que el cuarto ha sido bravo en el caballo pero se desfondó pronto en la muleta. Y eso de que un toro berree no me gusta mucho. El último toro no ha sido casi ni picado, al igual que la mayoría, y Manzanares, que ha estado bien, le ha dado todas las facilidades porque si lo llega a someter no aguanta ni tres series. Muy grave debe ser el asunto para que Molés diga: “Tengo más fe a que se pare el viento a que salga un toro bravo”. De las pocas veces, y sin que sirva de precedente, que estoy de acuerdo con este señor. Pero resulta curioso que el toro de más transmisión, de más casta, el quinto, fuese a buscarse a “Lo Álvaro” después de que uno en los corrales se hubiese escobillado. Era el único que Juan Pedro tenía para Sevilla y mira que era feo. Para que luego digan que las hechuras lo son todo. Y por supuesto que son muy importantes pero si por dentro no tiene nada… Igual pasa en la plaza, que si no hay TORO nada tiene importancia.
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