Llevo un par de semanas sin muchas ganas de escribir y sin ninguna voluntad de hablar de toros. Una sola pregunta rondaba en mi cabeza a la que no conseguía darle respuesta: ¿Merece la pena? Ahora, después de reflexionar, pienso que hay muchos, muchísimos, argumentos para responder que sí.
Gracias a los toros he conocido a personas a las que tengo la suerte de considerar buenos amigos y a mucha gente que merece la pena. Gracias a los toros hay muchas tardes que serán muy difíciles de borrar de mi memoria como aquella tarde de junio de 2003 en Madrid en la que los grises brindaron un espectáculo genial, o aquella tarde en Santa Marta viendo los arranes de mi querido y añorado Alfonso Navalón, o la feria de Sevilla de 2005 en la que se me puso la piel de gallina viendo al Cid frente a Cobreño, o aquel día de Septiembre en el que Morante acarició la embestida de los toros de El Pilar, o muchas otras tardes en las que se me han saltado las lágrimas aplaudiendo en el arrastre a toros bravos que me han emocionado y que me han hecho sentir que luchar por esto merece la pena.
Pero en medio de todos esos bonitos recuerdos se inmiscuyen otros muchos menos agradables. Pitones reventados, toros borrachos, toreros probocadores, presidentes prepotentes e incompetentes, ganaderos-ganaduros y cuadrillas provocadoras. Ataques personales que a uno le duelen en el alma, por inesperados, por cercanos. Decepciones que hacen tambalear todos los puntales sobre los que sostienes todo en lo que crees, ¡ay, Victorino!
Aunque después de analizar la situación, de considerar unas y otras razones, de decidir escribir cada vez menos de toros, no puedo olvidar que hay un motivo mucho más fuerte que todos los demás para decidirse por el sí: todas las personas que ya no están entre nosotros, que nos guiaron en nuestros inicios, que lucharon por la misma Fiesta en la que muchos creemos. Porque estoy seguro de que ellos seguirían luchando y denunciando atropellos no estoy por la labor, aunque haya estado a punto de tirar la toalla, de dejar este humilde rincón de un aficionado salmantino que escribe le dicta su conciencia y sobre lo que más le apasiona: el toro bravo.
Gracias a los toros he conocido a personas a las que tengo la suerte de considerar buenos amigos y a mucha gente que merece la pena. Gracias a los toros hay muchas tardes que serán muy difíciles de borrar de mi memoria como aquella tarde de junio de 2003 en Madrid en la que los grises brindaron un espectáculo genial, o aquella tarde en Santa Marta viendo los arranes de mi querido y añorado Alfonso Navalón, o la feria de Sevilla de 2005 en la que se me puso la piel de gallina viendo al Cid frente a Cobreño, o aquel día de Septiembre en el que Morante acarició la embestida de los toros de El Pilar, o muchas otras tardes en las que se me han saltado las lágrimas aplaudiendo en el arrastre a toros bravos que me han emocionado y que me han hecho sentir que luchar por esto merece la pena.
Pero en medio de todos esos bonitos recuerdos se inmiscuyen otros muchos menos agradables. Pitones reventados, toros borrachos, toreros probocadores, presidentes prepotentes e incompetentes, ganaderos-ganaduros y cuadrillas provocadoras. Ataques personales que a uno le duelen en el alma, por inesperados, por cercanos. Decepciones que hacen tambalear todos los puntales sobre los que sostienes todo en lo que crees, ¡ay, Victorino!
Aunque después de analizar la situación, de considerar unas y otras razones, de decidir escribir cada vez menos de toros, no puedo olvidar que hay un motivo mucho más fuerte que todos los demás para decidirse por el sí: todas las personas que ya no están entre nosotros, que nos guiaron en nuestros inicios, que lucharon por la misma Fiesta en la que muchos creemos. Porque estoy seguro de que ellos seguirían luchando y denunciando atropellos no estoy por la labor, aunque haya estado a punto de tirar la toalla, de dejar este humilde rincón de un aficionado salmantino que escribe le dicta su conciencia y sobre lo que más le apasiona: el toro bravo.
Después de pensarlo mucho he decidido que sí vale la pena, ¿y vosotros?
10 comentarios:
Pues claro que SÍ, amigo Vicente...me alegro de esa sabia decisión por los motivos que expones...hay que seguir en la ruta.
Un abrazo
Pgmacias
Pues me parece que tienes toda la razón y que yo, que he pasado por momentos muy parecidos a los que tú cuentas, sólo puedo decirte que mucho ánimo y que no hagas caso a quienes, por razones de lo más variadas pero siempre extrataurinas, vienen a joderte la marrana. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio, así que adelante con tu afición. Que no decida nadie por ti.
Un cordial saludo.
por supuesto
Claro que merece la pena. Hay que seguir.
un saludo.
Claro que hay que seguir!
un abrazo
Me alegro de que sigas adelante y espero que este bajón te haya hecho reflexionar. Te considero muy buen aficionado, pero mucho mejor persona. Tengo muy claro que tu afición desmedida te perjudica hasta llegar a extremos como los que has llegado, aunque siempre es bueno replantearse ciertas cosas, incluso lós valores más profundos.
Lo que quiero decirte es que no es normal que te lleves estos berrinches por los toros y por los cuatro pelagatos que nos joden nuestra fiesta. Ha pasado el tiempo, y no tanto, y has cambiado mucho, Vicente. Aquel Vicente de los Victorinos y El Cid de Sevilla o de Morante con los del Pilar era más equilibrado, más cercano, más abierto. En muy pòco tiempo te has ido cerrando tú solo, y eso no es bueno, porque luego pueden pasarte cosas como estas, y es que, el mundo del toro, es para disfrutarlo, no para sufrirlo. En todos los sitios cuecen habas, créeme. Y, sin tirar la toalla ni renunciar a tus valores, debes seguir palante y seleccionar más todavía pero aprendiendo a disfrutar de las cosas de la vida. Todo toro, toro y toro, no puede ser sano, tío. El mundo es muy grande. Ahora bien, cada uno es muy libre de vivir la vida como quiere siempre que no se meta con los demás, y me consta que tú eres así, de ley.
UN ABRAZO, AMIGO.
LEAL A UCEDA
Con un par
claro que merece la pena y sobre todo levantarse y luchar contra el fraude. Ànimo Vicente,siempre en alguna feria del sur de Francia, o corrida en el Valle del Terror, o tardes como la de Palha en Madrid hacen que continue la afición.
Un abrazo.
Me alegra que ha hayas llegado a esa conclusión final. Gente como tú es absolutamente imprescindible y sería lamentable para muchos de nosotros. al mismo que una gran alegría para los auténticos enemigos de la fiesta (ésos que la corrompen por dentro de muchas formas y maneras) que tirases la toalla.
¡Adelante, amigo! y un fuerte abrazo.
Sabia y acertada decisión
Un saludo
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