sábado, 14 de octubre de 2006

POCO CONTINENTE Y MUCHO CONTENIDO.

Esta es la definición que usa Juan Sánchez-Fabrés Mirat para los “coquillas”, encaste que llegó a manos de su abuelo Justo en 1934 cuando Francisco Sánchez vendió su ganadería por problemas económicos.
Pero la historia de estos “toritos” comienza en 1901 cuando Don Andrés Sánchez Rodríguez compró reses de Faustino Udaeta , añadiendo en 1907 hembras de Veragua y dos años más tarde otra punta de vacas y dos sementales de su pariente Juan Manuel Sánchez Hernández, Juan Carreros. Al morir en 1912 susu hijos se hacen cargo de la vacada y en 1916 deciden dar un giro radical cambiando el ganado heredado de su padre por vacas y sementales de los hermanos Queralt: el Conde de Santa Coloma y el Marqués de Albaserrada. Con esta base no llegaron en tardar los triunfos.
La cabeza visible de la ganadería siempre fue don Francisco Sánchez - el popular Paco Coquilla en honor a la magnífica dehesa “ Coquilla de Juan Vázquez”- pero toda su familia también participaba en el éxito de la misma. Su hija Pilar fue una de las ganaderas- sin llegar a serlo nunca- que más simpatía y admiración levantó durante toda su vida. Su belleza cautivó a más de un torero.
Aunque distintas adversidades hicieron que tuviesen que desprenderse de la ganadería en su mejor momento. Y la única parte que aún tiene continuidad es la que se vendió a Justo Sánchez Tabernero, que la puso a nombre de sus hijos: los hermanos Sánchez Fabrés. De esta última nacieron la de Alfonso Sánchez-Fabrés, cuyos hijos aún mantienen un número reducido de reses; la de Doña Paz Sánchez-Fabrés, madre de los Sánchez –Arjona que también tienen un pequeño lote de vacas ( la foto del Coquilla pronto la tendré); y la de Doña Dolores Sánchez-Fabrés que vendió a José Matías Bernardos – el popular Raboso- y en la actualidad desgraciadamente desaparecida.
Esta es, en resumen, la historia de cómo los “coquillas” fueron desapareciendo de la cabaña brava, estando hoy en serio peligro de extinción, en gran parte porque los taurinos se niegan a recuperar la esencia de la Fiesta, la emoción que da un toro bravo como lo fueron Diablito, Tramillero, Madroñito, Bonarillo, Cara de Rosa, Fundador, Lavadito, Malacara o Miracielos.



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