He dejado pasar casi una semana desde que salí de Calahorra para comentar lo que dieron de sí los tres
días que estuve allí gracias al Club Taurino de esa bonita ciudad riojana. De la gente con la que he tenido la suerte de tratar y de los que ya tenía el placer de conocer poco puedo decir, si acaso que todo lo bueno que diga es poco. Amabilidad, gentileza, sencillez y familiaridad son los términos con los que mejor se puede definir a los amigos calagurritanos. Han sido días de fiesta, conversaciones de toros, ratos de disfrute, inicios de buenas amistades... pero he vivido situaciones que jamás antes había tenido la oportunidad de presenciar, y más en una plaza de toros. Porque nunca he visto, ni espero volver a ver,
como la Guardia Civil hace uso de su autoridad para detener a aficionados que increpan a un matador y se defienden de los matones que hacen las veces de chofer o mozo de espadas. Como los agresores no van al Cuartel y los agredidos sí. Mis ojos no habían visto
como se llevan a un hombre- un gran tipo- a declarar cuando lo único que gritó desde su localidad fue ladrón, cuando ese era el sentir de la mayoría que estábamos allí: nos estaban robando.
Pero el no va más llegó con la corrida de Dolores. La señora Aguirre envió a Calahorra una corrida seria, no como los toritos de Jiménez Pasquau o los de Manolo González, pero en el palco había alguien que no sabía de que iba el tema. Y ya había dado muestras los días anteriores.
Resulta que salta al ruedo el tercero de la tarde, que era más grandón, y comienza a hacer lo típico en animales con esta sangre. Huye de los capotes, se refugia en chiqueros, bufa y sale a galope tendido escapando del matador... Pues bien, en lugar de cambiar el tercio como debería hacer, saca el pañuelo verde. Toro devuelto por manso, cuando días anteriores se aguantaron toros inválidos que se echaron varias veces en mitad de la faena de muleta.
Y aquí viene lo más gordo que he visto en una plaza. Una señora que estaba debajo del palco se levantó como un resorte al ver que el presidente devolvía el toro, y le gritó, más o menos con estas palabras: ¡ Usted es un inepto! ¿ Por qué no pica al toro?
Acto seguido alguien al ver a esa mujer tan cabreada -con toda la razón del mundo- indicó a la Guardia Civil que subiese a buscarla. Pero como la conversación entre la señora y el presidente se aclaró, finalmente los agentes no llegaron a su destino y volvieron a su sitio. Seguiría sin creérmelo si es tarde detienen a Doña Dolores Aguirre Ybarra por defender sus toros. Fue la ganadera la que llamó incompetente al presidente, ella fue la voz de una afición que ve como se las gastan para acallar al personal que no esta de acuerdo.
O te golpean, o te detienen. Estos días en Calahorra me han servido de mucho, algunos me dicen que quizás vaya siendo hora de quedarse en casa, y les contesto: PUES VA SER QUE NO.
El Club Taurino de Calahorra y sus aficionados son un buen ejemplo de que queda algo por lo que luchar.
Gracias a Diego, a Sito, a Félix y sus hijas, a Jesús, a David, a María, a Juanje, a Luis, al panadero, al chiquillo que fue todos los días a los coloquios, a las dos Isabeles, a todos los de uno u otro modo me habéis tratado como uno más de vosotros.
G
racias a Toni, porque me ha demostrado con hechos, no sólo con palabras, lo que es la amistad.
Y gracias a todos por mantener el recuerdo del Maestro vivo.