Anoche, leyendo el libro "Lo que confiesan los toreros" de López Pinillos me llamó la atención las respuestas que a la pregunta de sí exigía toros chicos hizo José Gómez Ortega, el gran Joselito. "- No es que yo baile de alegría si me suertan un elefante ni que yo pida elefantes... ¿Pa qué voy a desir una tontería? ¡Pero pedir ratones!... Si es contraprodusente, señor. Un ejemplo: Figurese que le presentan tres platos de durse, uno muy grande, otro muy chico y otro mediano... ¿Cuá escogerá usté?... Er grande le estomaga y er chico no le deja satisfecho. ¿No escogerá er mediano, que le yena sin indigestarle? Esa es la mía: toros proporsiónaos, con edá, con cuernos y con tipo, que no sean montañas ni borreguetes... ... Entre el chico y el grande, me quedo con el grande. ¿No vé usté que le peligro es iguá y con el grande hay lusimiento y con el chico irrisión?... ". 
Estos días en los que he estado buscando anécdotas y curiosidades de hace décadas me encontré, gracias al amigo Javier, con la crónica de la corrida concurso celebrada en San Sebastián el 23 de agosto de 1931. El premio fue para un toro de Coquilla, Madroñito, con un escaso margen de votos respecto al segundo, Filibustero, de don Graciliano y que inundó de bravura los cercados de las vacas de don Manuel Arranz. 
