Volver a Calahorra siempre es motivo de alegría y de reencuentro con buenos amigos pero este año ha sido diferente. El final de las fiestas de esta bonita ciudad riojana no ha sido el esperado. O sí, según se mire. Que el empresario, que sabía dónde se metía, suspenda la corrida del día grande y el Ayuntamiento, con tiempo suficiente para actuar, no mueva un dedo no ha sido un trago fácil para los aficionados calagurritanos. El Club Taurino, sin mucho apoyo por parte de las peñas -subvencionadas- y sin voto en la comisión de festejos, poca fuerza podía hacer para presionar al Ayuntamiento y emitió un comunicado que algunos medios ni se dignaron a publicar.
Pero esto se veía venir, ¿o no? Entre todos la mataron y ella sola se murió. Aquí no han intervenido ni protectoras de animales, ni antitaurinos... ya se sabe que eso no son los peligrosos que los que hacen daño están, y seguirán estando, dentro.
Por otro lado, a mi personalmente, estos hechos además de provocarme una inmensa tristeza han hecho que reflexione muy seriamente en seguir defendiendo lo que no tiene defensa ninguna. Aquí ya sólo importa el dinero, ni el toro ni el torero importan un pimiento y son los APODERADOS y, sobre todo, los EMPRESARIOS los que tienen la sartén por el mango y los que hacen y deshacen en la Fiesta a su antojo. Poderoso caballero es don dinero...
P.D.- Gracias a todos los amigos del Club por el trato con el que siempre nos recibís. Mil gracias de corazón.
Marian y Sito, no hace falta que os repita que ya sabéis dónde me tenéis.