viernes, 30 de marzo de 2007

A DON ALVARO

Dije a Javier hace tiempo que buscaría el artículo que Alfonso escribió en Tribuna de Salamanca como respuesta a una entrevista que le hicieran a Alvaro Domecq en "La Razón". Y ya lo encontré :

Algunos taurinos están tratando de subir a los altares a don Alvarísimo Domecq, señorito andaluz de la ultraderechona más feudal, católico ferviente y por detrás desaforado putero, supuesto protagonista de obras de beneficencia y depredador de la fortuna de un torero muerto. Intrigante astuto en el arte de poner una vela a Dios y otra al diablo. Incansable autor de artículos y conferencias que le escribía su cuñado Jesús de las Cuevas.
Modelo de ganadero escrupuloso y premiado en Francia con “El Serrucho de Oro”, señor y villano según soplan los vientos... Con tan edificante biografía, algunos tienen la desfachatez de presentarlo como modelo de caballero español, fundador de los Cursillos de Cristiandad en el suntuoso retiro de “Los Alburejos”, cuando los hechos consumados ofrecen una realidad mucho menos edificante.
Como trepa del franquismo logró ser presidente de la Diputación de Cádiz, donde tuvo la desfachatez de hacer un donativo de varios millones a la Universidad de Navarra mientras su provincia encabezaba la estadística de analfabetos de toda España.
Tiene fama de católico ejemplar con oratorio privado, es cofrade y hermano mayor de las más prestigiosas hermandades penitenciales. Pero su espíritu cristiano tiene pasajes tan pintorescos como su maquiavélica habilidad para armonizar el amor de Dios con la práctica cotidiana del adulterio en un episodio que fue el asombro de todo Jerez. En su afán de proteger a los humildes, colocó en el Ayuntamiento de Jerez, siendo él alcalde, a un pobre hombre que tenía una mujer esplendorosa. A las ocho de la mañana don Álvaro le decía a su esposa que se iba a comulgar y a la hora que el pobre funcionario entraba en las oficinas municipales, el caballero español entraba en su domicilio, dejaba el libro de rezos en la mesilla del dormitorio y se acostaba con la opulenta mujer de su protegido. La esposa de don Álvaro, conocedora de sus debilidades carnales, decidió una mañana seguir los piadosos pasos del intachable cristiano y descubrió el libro de rezos en la mesilla. No hubo escándalo ni divorcio. Se echó tierra al asunto y siguió siendo un ejemplo de matrimonio católico. Con su oratorio y la custodia de la prodigiosa inteligencia de don Alvarito, al que el amado padre había preparado unos caballos que, según los andaluces ¡ pensaban por él!.
Pero el capíyulo de la vida milagrera de don Alvarísimo alcanza su apoteosis en la noche del 28 de agosto cuando Manolete agonizaba en el hospital de Linares. Manolete ordenó varias veces que entrara Lupe Sino para casarse con ella en “artículo mortis”. Pero don Álvaro, con su recto sentido de la decencia y la moral católica, se negó a cumplir la última voluntad de su entrañable amigo, para evitar que muriera en pecado mortal desposándose con una mujer de vida alegre.
La verdad es que Lupe Sino sabía que toda la fortuna que Manolete ganó en América (inmensamente mayor que los diez millones que la familia heredó en Córdoba) estaba en una cuenta conjunta a nombre del torero, de Camará y de Álvaro Domecq. Si Manolete se casaba aquella fortuna pasaba a manos de Lupe Sino y eso no le convenía ni a Camará ni a Domecq. Al año siguiente de la tragedia de Linares, el excelentísimo Álvaro Domecq, condecorado con la Gran Cruz de Beneficencia, con innumerables condecoraciones por los servicios prestados al franquismo y hasta con una alta distinción del Vaticano, compró la finca “Los Alburejos” donde con toda justicia se venera la memoria benefactora del pobre Manolete.
Todas estas historias se llevan publicando desde los años setenta y además fueron divulgadas con todo tipo de detalles por Rafael Sánchez “Pipo”, testigo presencial de los hechos. Por esa época publiqué un artículo en el Correo Español de Bilbao y los indignados consejeros del caballero español decidieron ponerme una querella para lavar su honra y obligarme a retractarme sumisamente de todo lo escrito. Llegado el día del juicio, me personé en el juzgado acompañado de varios testigos, entre ellos el ganadero Ramón Sánchez. Curiosamente no comparecieron ni don Álvaro ni sus abogados, con lo cual me fue imposible rectificar todo lo que había escrito.
Todo esto viene a cuento porque en fecha reciente se han publicado dos delirantes artículos en las páginas ultraderechistas de La Razón firmados por mi amigo Juan Posada y Laura Tenorio, que son el primer paso para la canonización del intrigante jerezano, como en su día se trató de santificar a Franco “por la gracia de Dios”. La joven Laura escribe de oídas y tiene cierta disculpa. Pero Juan conoce la historia más de cerca y sabe de sobra que el intachable caballero se convirtió en terrateniente al morirse Manolete. Así que vamos a dejarnos de falsas adulaciones y tener un poco más de respeto a la historia. En esas declaraciones triunfalistas don Alvarísimo reconoce que “la vida me enseño a andar de gatas y a ser paciente”. A gatas como los tigres, al acecho de sus presas, supongo que habrá querido decir. Lo cierto es que fue un maestro en el arte de colocarle una vela a Dios y otra al diablo. Amén.

5 comentarios:

javier dijo...

redios!

Anónimo dijo...

Amen de los amenes. A ver si me hago con el libro de "El Pipo", que me están entrando unas ganas locas de leerlo. Está agotado por todas partes, pero lo he encontrado en una librería de internet. Ojalá me llegue pronto. Digo...

Anónimo dijo...

En: http://www.egartorre.com/toros/index.htm .
Aún no me ha llegado, pero supongo que estará de camino. Lo pedí hace 4 ó 5 días. Digo...

Anónimo dijo...

De nada, a mandar. Digo...

Anónimo dijo...

El Pipo, en la época de Manolete, era un jovenzuelo, hijo de un marisquero cordobés, que siempre estaba alrededor de Manolete; y este siempre le echaba de los corrillos (leer Las Memorias de Clarito)...y desde luego no era ningún íntimo del torero cordobes, por mucho que el diga en su libro.
No quiero salir en defensa de Alvaro Domeq; pero nunca se pudo demostrar que hubiera tocado un duro del dinero de Manolete; ni tampoco de que tuviera en América una cuenta conjunta con Camará y el torero...¿Ustedes creen que se pudo llevar "por la cara" los millones que Manolete tenía depositados en Améica (si los tenía), teniendo amigos íntimos como Camará, el señor Herrera (fundador de la Peña Manolera de Chicote, precisamente en donde conoció a Lupe Sino; un tal Conde de Córdoba; juristas de reconocida solvencia; y hasta presidentes de Bancos?...
También hubo rumores de que los bienes en América se los administraba un "despacho de abogados...y que en este despacho trabajaba un abogado (que se llamaba precisamente también Manuel Rodríguez)y que posteriormente se casó con Lupe Sino, aunque luego se separaron y murió él en accidente...
Pero ni esto ni lo anterior, tiene ninguna realidad demostrable: ¡todos son bulos!... Es igual que aquello que se comentaba: de que en la Guerra Civil, Manolete se entrenaba estoqueando prisioneros republicanos; cuando entonces a Manolete nada más le conocían cuatros amiguetes de Cordoba, y algún taurino muy enterado...¡Somos el pais de los envidiosos, y el de los difamadores!
En cuanto a la vida personal, religiosa, u amorosa del señor Domeq: me importa en bledo...No he tenido nunca nigún trato personal con él, ni tampoco su persona me ha atraido en absoluto.
En cuanto al "Pipo": ¿ustedes creen que tiene la suficiente solvencia como para creernos lo que dice...? Yo al menos nunca le he tenido por una persona de garantía.
En fin, cada uno es libre de creer lo que quiera; pero calumniar es uno de los mayores daños que se puede hacer a una persona.