“…Si ganadero, es que aún no he terminado, porque luego viene la faena de muleta, esa en la que el torero quiere que seamos su colaboradores, ¡cuando él colabora tan poco con nosotros!, pero es igual, es nuestra obligación y para eso me has criado, me has alimentado y me has mimado; vosotros ganaderos si que colaboráis con nosotros… Como sabes en la muleta la mayoría de los toreros han cogido la moda de empezar doblándose por abajo, sin tener en cuenta si nuestras condiciones requieren doblarse o empezar aliviando la arrancada corriendo la mano, en una palabra, enseñándonos a hacer lo que ellos quieren que hagamos, porque de verdad que a muchos de nosotros nos enseñan a quedarnos cortos en el recorrido… y luego viene el resto de la faena, larga, muy larga, cuantos más pases mejor, y eso no es así, porque a los toros bravos, a los toros como a ti te gustan y quieres que seamos nosotros, con veinte pases bien dados se nos cortan las orejas, los sesenta pases son para la burra de leche, para los que no molestan.”
Texto extraído de un precioso artículo titulado “El toro de la encina”, de Francisco Ruiz Meléndez, publicado en la revista Trofeo a La Vaquera en el que un ganadero imagina una conversación con el toro más bonito de la camada.
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