jueves, 11 de diciembre de 2008

LA TRISTE REALIDAD

«…Hoy día la corrida de toros es un simple producto de consumo, como lo son igualmente las figuras del toreo y el resto de los integrantes de la cadena de producción del espectáculo. El torero ha perdido mayoritariamente el sentido y la capacidad de la lidia y parece programado para repetir únicamente la misma faena ante el mismo tipo de toro (descastado, suave, blando y carente de toda emoción) impuesto por los amos del “circo taurino”.

A base de enfrentarse siempre a un ejemplar sin contenido alguno, cuyas mayores complicaciones son la falta de fuerza y la falta de interés por acometer a los engaños, los toreros son cada día más incapaces de solventar cualquier tipo de dificultad emanada de la casta y se ven desbordados o se acobardan cuando sale un toro que conserva algo más que reminiscencias de bravura y repite media docena de embestidas.

Quienes manejan el entramado organizativo de la Fiesta son conscientes de estas limitaciones crecientes en la capacidad de los diestros y por ello velan escrupulosamente para que sólo salga a la plaza el tipo de toro que no complica la vida a los profesionales del toreo y además, en la generalidad de los casos, que salga de la forma que resulte más agradable para los diestros, de modo que el fraude mayor no es la mutilación de las defensas de las reses, sino la manipulación genética para mermar o eliminar su casta…».

«…El concepto de espectáculo taurino manejado por los profesionales se basa en la ignorancia de lo que es un toro de lidia que tienen la mayor parte de los asistentes a las plazas, mientras que los verdaderos aficionados que ocupan los tendidos son una minoría. Así las cosas, se intenta aburrir al aficionado serio para que deje de ir a los cosos y se promocionan socialmente las figuras del toreo para que la mayoría de las plazas se llenen de público festivo, ávido seguidor de la prensa rosa y sin exigencia alguna. Este tipo de clientela profana en la materia no tiene interés real por el espectáculo taurino, sólo le interesa ver de cerca a los toreros del momento, va a rendir pleitesía a sus ídolos y aplaude con el mismo calor lo bueno que lo inadmisible…».

«…El proceso degenerativo que sufre el espectáculo taurino induce irremediablemente a la crisis de la ganadería de lidia, donde la bravura y la casta son objeto de persecución implacable por parte de quienes dominan el negocio taurino, condenando al ostracismo o a la desaparición a las divisas que aún poseen lo que antes fuera el mayor tesoro de la raza…

...La crisis de los toreros es la que induce la crisis de la ganadería que, hasta ahora, ha sido menos grave que la que sufren los llamados “lidiadores”. Lo malo es que la política de descaste progresivo en las vacadas y la “limpieza étnica” aplicadas sin descanso, exterminando ganaderías completas y sustituyéndolas por las líneas comerciales de moda, han colocado a la cabaña brava en el borde del precipicio y a muchas divisas en un punto de mansedumbre sin posibilidad de retorno.
Muchos ganaderos, amantes de su profesión, han tenido que dejarla o plegarse a las exigencias de quienes manejan el mercado taurino para poder sobrevivir y en esta vorágine van desapareciendo ganaderías sin cesar, mientras que encastes muy valiosos se sitúan en la frontera de la extinción…».


Estas son algunas de las realidades que escribe en el epílogo de su libro “El Toro de Santa Coloma” el ganadero Adolfo Rodríguez Montesinos.


P.D.- Preparense señores, comienza el espéctaculo: Martelilla vuelve a Madrid por partida doble y Calasparra pasa a manos de unos empresarios que, según dan ha entender sus declaraciones, se preocupa más en lo que les gusta a los toreros que en lo que piden los aficionados de esa villa arrocera.

1 comentario:

Civilón dijo...

Por desgracia esa es la inercia en la que tienen metida a la Fiesta todos los del "sistema".
Todos a mamonear de ella, hasta que dure la gallina de los huevos de oro y luego que?